El ex príncipe Andrés perdió sus títulos, su casa y su prestigio, pero conservará su medalla de veterano de Malvinas

El rey británico Carlos III autorizó que su hermano menor, el ex príncipe Andrés, conserve la prestigiosa medalla conmemorativa de su participación en la Guerra de las Malvinas de 1982. Esta decisión, revelada hoy por The Telegraph, llega en un momento delicado para la monarquía británica, golpeada por las repercusiones del escándalo sexual vinculado a Jeffrey Epstein, que costó a Andrés no solo su reputación, sino también títulos, honores y un exilio de la vida pública.

La medalla en cuestión, conocida formalmente como la «South Atlantic Medal» (Medalla del Atlántico Sur), fue otorgada a Andrés por su servicio como piloto de helicóptero en el HMS Invincible durante el conflicto bélico entre el Reino Unido y Argentina por las islas Malvinas. Andrés, ahora de 65 años, voló misiones de rescate y ataque en condiciones extremas, pero para muchos esta condecoración evoca un privilegio inmerecido en medio de acusaciones graves de abuso sexual y tráfico de personas.

Según fuentes cercanas al Palacio de Buckingham citadas por The Telegraph, la decisión del monarca no es un respaldo a su hermano, sino un reconocimiento a su «servicio distinguido» en las Fuerzas Armadas. «El rey ha ponderado el valor histórico de esa medalla como un honor ganado en el campo de batalla, separado de los errores personales posteriores», explican las fuentes.

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Esta medida contrasta con las sanciones impuestas en 2022, cuando la reina Isabel II, bajo presión pública e institucional, despojó a Andrés de sus títulos militares, patronatos reales y el uso del estatus de «Su Alteza Real» en contextos oficiales. Aquella resolución, anunciada tras el acuerdo extrajudicial de 12 millones de libras con su acusadora Virginia Giuffre, marcó el principio del fin de su rol activo en la Corona.

La reacción británica a esta noticia no se ha hecho esperar, y las encuestas reflejan una sociedad polarizada. Una encuesta realizada por YouGov el 4 de noviembre –con una muestra representativa de 2.000 adultos– revela que el 48% de los británicos considera que Andrés “debería renunciar a la medalla”, argumentando que su conducta postbélica la deshonra. Por el contrario, el 35% apoya que la conserve, viéndola como un mérito personal ajeno al escándalo, mientras que el 17% permanece indeciso o neutral.

Los datos demográficos son reveladores: entre los mayores de 65 años, grupo que vivió la Guerra como un momento de orgullo nacional, el apoyo sube al 52%, impulsado por recuerdos de la victoria británica bajo Margaret Thatcher.

En cambio, entre los jóvenes de 18-24 años, el rechazo alcanza el 68%, influido por el impacto de movimientos como #MeToo y la cobertura mediática del caso Epstein. «Es hipócrita premiar el heroísmo militar mientras se ignora el daño a las víctimas«, resume un comentario típico en las redes sociales, donde el hashtag #StripAndrewsMedal creció en las últimas 24 horas.

Esta división no es aislada. YouGov tomó el pulso público sobre la familia real desde el escándalo, y los resultados de noviembre muestran que la aprobación general de la monarquía cayó al 58%, un 5% menos que en octubre, atribuible en parte a la «sombra de Andrés».

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La estrepitosa caída del príncipe Andrés

La caída en desgracia de Andrés comenzó en 2019, cuando su amistad con el financiero estadounidense Jeffrey Epstein –condenado por tráfico sexual de menores– salió a la luz. Documentos judiciales desclasificados en Nueva York pintaron un retrato devastador: Andrés fue acusado por Giuffre, una de las víctimas de Epstein, de haber abusado de ella cuando era menor de edad, en tres ocasiones facilitadas por Ghislaine Maxwell, la exsocia de Epstein ahora cumpliendo 20 años de prisión.

El príncipe negó vehementemente las alegaciones, pero su entrevista desastrosa en la BBC en noviembre de 2019 –donde cuestionó su capacidad para sudar y negó recuerdos de Giuffre– selló su descrédito. Bajo presión, renunció a sus deberes públicos en 2020.

La reina Isabel II, en un movimiento sin precedentes, actuó en enero de 2022 después de que Andrés fue demandado por Giuffre: mediante una orden del Consejo Privado, Andrés perdió sus rangos militares (como comodoro de la Royal Navy), sus 200 patronatos benéficos y el título de «duque de York» para uso oficial. «Ya no representará a Su Majestad», anunció el comunicado oficial.

La marginación se extendió a su vida cotidiana. Expulsado de su residencia en el Palacio de Buckingham, Andrés se mudó inicialmente a Frogmore Cottage –la antigua morada de Harry y Meghan–, pero tras disputas con el rey Carlos, regresó al Royal Lodge en Windsor, una mansión georgiana de 30 habitaciones que alquila por 250.000 libras anuales.

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En un detalle curioso reportado por The Guardian en julio de 2024, el príncipe adoptó informalmente el apellido «York» en lugar de «Mountbatten-Windsor», un cambio no oficial que busca distanciarse de la familia real y evitar el escrutinio. «Es un exilio dorado», ironizó un editorial, destacando cómo, pese a todo, Andrés recibe una asignación anual estimada en 1,2 millones de libras de fondos reales, financiados en parte por Carlos.

La semana pasada, el Palacio de Buckingham dijo en un comunicado ferozmente redactado que «el príncipe Andrés ahora será conocido como Andrew Mountbatten Windsor», y agregó que «estas censuras se consideran necesarias» a pesar de su negación. El rey Carlos y la reina Camilla también dijeron que sus «mayores condolencias han sido, y seguirán siendo, con las víctimas y sobrevivientes de todas y cada una de las formas de abuso», agregó.

Un amigo del rey y la reina Camilla le dijo al Sunday Times: «Eso fue extraordinario. Eso es lo más cerca que estarás del rey y su corte juzgando a su hermano».

El Palacio de Buckingham anunció que Andrés también dejará su mansión de 30 habitaciones en la extensa finca del Castillo de Windsor, luego de las revelaciones periodísticas de que efectivamente no había pagado alquiler en el Royal Lodge como resultado de un contrato de arrendamiento de 2003.

Andrés se mudará a una casa en la finca privada y remota del rey Sandringham en el este de Inglaterra. «Ha sido enviado … al equivalente real de Siberia», dijo el biógrafo real Robert Hardman a la BBC. El ex príncipe debería tener muchas opciones de alojamiento en ese retiro real en el campo, que según los informes tiene 150 propiedades residenciales.

Fuentes del palacio dijeron que la medida se llevaría a cabo tan pronto como sea posible. Pero los comentaristas han dicho que podría llevar meses, incluso posiblemente para evitar un encuentro incómodo cuando la familia real se reúna en Sandringham para las celebraciones navideñas, a las que Andrés no está invitado.

ds

Fuente: Perfil.com