El gobierno libertario de Javier Milei ganó tiempo. La decisión de sacar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) a través de un decreto de necesidad y urgencia (DNU) y enviarlo al Congreso, le da oxígeno a la Casa Rosada y estira los plazos de una negociación ríspida que por ahora no llega a buen puerto. Mientras tanto, continúa negociando para terminar de cerrar la letra chica del acuerdo con el organismo internacional que le permita fortalecer las reservas y eliminar el cepo. Así lo reconocen a PERFIL en los despachos de la Casa Rosada.
El Presidente se vio obligado a adelantar el anuncio de un acuerdo que todavía no está, en el contexto de una agenda que se le tornó adversa desde el escándalo desatado por la criptoestafa de $Libra, y con un esquema económico que comienza a activar algunas alarmas, sobre todo por el lado de la escasez de dólares.
Pero el escenario adverso para la Casa Rosada y para el mandatario argentino no sólo es a nivel local, sino también en el plano internacional. Las políticas impulsadas por el mandatario norteamericano Donald Trump han generado incertidumbre en los mercados y el desplome en muchas bolsas.
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Hasta ahora, todo lo anunciado por Trump ha aumentado los costos para las exportaciones argentinas. Señales que anticipan un camino difìcil. No será fácil para el Gobierno obtener nuevos desembolsos del FMI, justamente porque EE.UU. controla una mayoría determinante. Con todo, Trump dijo estar dispuesto a explorar algun tipo de acuerdo con Argentina. En Balcarce 50 prefirieron interpretar la señal como un guiño a favor de un Tratado de Libre Comercio (TLC).
Por ello en el Gobierno entienden que la jugada de enviar un DNU (que estará la semana que viene) generará un efecto inmediato en la economía, sin tener que atravesar los ruidos de la política, dando una nueva inyección de confianza. “Jugada maestra”, lanzaban con ironía el jueves por la noche luego de que la Oficina del Presidente de la República Argentina (OPRA) enviara un comunicado. La expresión fue premeditada, porque cerca de Milei descontaban desde el martes que iban a jugar una carta para involucrar al Congreso, pero sin enviar un proyecto de ley.
“Tal como se comprometió el Presidente en la apertura de sesiones ordinarias, se dictará y remitirá al Congreso Nacional un DNU para obtener su apoyo en el acuerdo con el FMI, sostuvo el comunicado.
En la Casa de Gobierno admiten la generación de expectativas en la sociedad y en la economía. Así lo señalan muchos consultores de opinión pública que trabajan con el oficialismo. Por eso entienden que el anuncio tendrá impactos positivos y despejará las dudas crecientes sobre la sostenibilidad del tipo de cambio.
Cerca de Milei tomaron nota de que la agenda pública se les había tornado adversa. Si bien repiten que la imagen del Presidente y los niveles de aprobación de la gestión continúan estando en los mismos niveles, la conversación digital se les tornó hostil. Además, salvo por la foto formal de Milei con Trump en la CPAC (en la que hubo muchísimas dudas sobre la duración del encuentro) no hubo noticias de impacto positivo.
Desde el 14 de febrero cuando el jefe de Estado fijó el tuit promocionando la criptomoneda $Libra, el Gobierno acumuló tropiezos. Uno de ellos fueron las denuncias que cayeron sobre Milei no solo en Argentina, sino también en los EE.UU., en China y en otros países. Luego se acumularon señalamientos sobre la figura de Karina Milei. La hermana del Presidente quedó seriamente apuntada por ser la persona que le maneja la agenda. Después vino otro momento indeseado, con la intervención de una entrevista televisiva por parte del asesor Santiago Caputo y la coyuntura tuvo un giro con los dos jueces de la Corte Suprema que, ante la falta de votos en el Senado, fueron nombrados por decreto. Sólo la vertiginosidad dejó en un virtual segundo plano a las votaciones de la ONU a favor de Rusia y en contra de Zelenski y Ucrania, entre otros ítems.
En ese contexto, y sin el acuerdo cerrado, Milei anunció lo que todavía no tiene. La fecha límite que se autoimpuso el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, es el 30 de abril, cuando finalice el primer cuatrimestre del año.
Vale recordar cómo fue el itinerario del último acuerdo alcanzado por la Argentina con el Fondo: en primera instancia se anunció el acuerdo; luego se envió el acuerdo y el proyecto de ley al Congreso; tuvo su aprobación en ambas Cámaras y se remitió al FMI para que sea aprobado por el board del organismo.
“La posibilidad de que sea aprobado por decreto no es real, porque el Fondo no lo permitiría. Se requiere seguridad jurídica y aval parlamentario”, había dicho horas antes del anuncio el jefe de Gabinete Guillermo Francos, cada vez más corrido de las decisiones.
Horas después la vocera del Fondo, Julie Kozack, fue ambigua. Dijo que “asegurar el apoyo del Congreso es una decisión de las autoridades tal como lo establece la legislación interna argentina”; y agregó que “al mismo tiempo, por supuesto, como acabo de señalar, un amplio apoyo político y social puede mejorar la implementación del programa”.
En Casa de Gobierno reconocieron que el timing de la comunicación fue casual e ironizaron al señalar que “las fuerzas del cielo” posibilitaron esa declaración. Reconocieron que siempre estuvo la idea del DNU. La estrategia fue clara: blindar el decreto en la Cámara de Diputados en donde el escenario para el oficialismo es harto más favorable que en la Cámara Alta, en donde el trámite hubiera sido “casi imposible” según explican. Así lo dijo el propio ministro de Economía ayer, en una entrevista.
Además y según pudo reconstruir este diario, quienes trabajaron en la confección del proyecto que todavía no fue publicado fueron María Ibarzábal Murphy, la secretaria de Planeamiento Estratégico Normativo y el secretario de Finanzas de Economía, Pablo Quirno.