—En “La ciencia es eso que nos pasa mientras estamos haciendo otras cosas”, un muy interesante ensayo que usted acaba de publicar, invita a mirar la vida cotidiana con los ojos de científico. Para entender qué somos y de qué modo el cerebro construye nuestras percepciones, emociones y creencias. Para comprender el sueño, por qué nos enamoramos y por qué somos felices. ¿Por qué la ciencia es tan importante para los seres humanos?
—La ciencia es una forma de conocer el mundo. Es una forma curiosa, metódica, preguntona, hasta lúdica. Pero no se queda con eso, no se queda en conocer el mundo que ya, de por sí, es una virtud muy loable, sino que busca incidir en el mundo también. Ese conocimiento inevitablemente, a la larga, se transforma en aplicaciones, en mejoras, en cambios que redundan en una mejora en la calidad de vida de la gente. Entonces es un proceso continuo. Es ver el mundo con ojos de científico. Y si uno lo hace honestamente, si uno lo hace, insisto, metódica y analíticamente, se cae en una aplicación. Pensarlo al revés, pensar que primero viene la búsqueda de aplicaciones es poner el carro delante de los caballos. No hay ejemplos en los cuales alguien se despierte un día y dice: “Voy a inventar algo que le cambie la vida a la gente.” No, primero viene la investigación larga, eso de mi mirar el mundo con ojos científicos para tratar de entenderlo, para tratar de robarle secretos a la naturaleza y en ese camino, en el mejor de los casos, te parecen aplicaciones. ¿Y por qué entonces la ciencia es tan importante para los seres humanos? Primero, porque estamos en un mundo que nos pide que lo comprendamos. Estamos en una relación con la naturaleza compleja. Es, por un lado, una relación extractivista, porque vivimos de extraer alimentos o energía, y eso implica comprenderla para que sea una relación sustentable y simétrica, para que sea más pareja la ecuación. Entonces, es importantísimo conocer el mundo científicamente. La idea de conocer el mundo a través de mitos, de milagros, de supersticiones, de seudociencias, en el fondo es muy corta. Tiene patas que se cansan mucho antes de la esquina. Entonces, el conocer el mundo es fundamental y es parte de nuestro mandato en la Tierra. Nuestro mandato en nuestro cerebro, que es un cerebro buscador de recompensas y buscador de preguntas, pero por otro lado, la ciencia deriva en tecnología. Y, por otro lado, la tecnología es fundamental para la calidad de vida. Es impensable un mundo sin ciencia y sin tecnología, porque sin esa tecnología no hay desarrollo posible. No hay ejemplos en el mundo de un desarrollo, sin un fomento a la ciencia, sin un fomento fuerte a la tecnología. Entenderlo con lo contrario es básicamente un oxímoron, no tiene ningún sentido.
—¿Y qué es la ciencia para usted?
Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
—Por un lado es una profesión que no está nada mal. La profesión de científico, que no tiene la mejor prensa últimamente en nuestro país y en algún otro país que de cuyo nombre no quiero acordarme, es una excelente profesión. Porque vivir de hacer preguntas, vivir de preguntarle cosas a la naturaleza y que cada tanto te devuelva alguna respuestita. Una respuesta que en realidad no se cierra, sino que te abra nuevas preguntas. Porque una buena pregunta científica no se cierra con una respuesta, sino que se abre a nuevas puertas. Entonces, por un lado, es una profesión maravillosa, extraordinaria, que me abrió muchas puertas, amistades, relaciones. Que me permitió entender y que me despertó pasiones. El científico no es un genio, en todo caso es un apasionado o una apasionada. La ciencia no es para mentes superiores, sino para gente que se quiera dedicar a la ciencia. Y, por otro lado, es el invento más poderoso de la humanidad. Es el mayor invento porque es tratar de entender algo experimentalmente con las reglas que tienen los experimentos, pues de lo contrario, nunca vamos a entender nada. Tener esa herramienta, que tiene una evolución, al igual que la mayoría de los inventos y culturas, es lo que nos ha hecho tan poderosos como especie. Pero, como sucede con Spider-Man, tanto poder conserva también mucha responsabilidad. Es la herramienta más poderosa para tratar de entender el mundo.
—En “La ciencia es eso que nos pasa mientras estamos haciendo otras cosas”, usted también analiza cómo se relaciona la ciencia con todos los aspectos de la vida cotidiana, desde con la política a la imaginación que nace en los sueños. En ese sentido, desde que asumió Javier Milei, se ha iniciado un debate muy profundo sobre el rol de la ciencia en la Argentina. ¿Cuál es la relación que, en este contexto, tiene hoy la ciencia, citando su libro, en la vida cotidiana y en la política, en esta nueva etapa marcada por la presidencia de Milei?
—Debiera tener una relación enorme, pero está, efectivamente, en duda. Y es algo bastante inédito para lo que es nuestra historia porque de algún modo ya hemos tenido épocas en las cuales la actividad científica se ha visto muy dificultada, sobre todo en términos presupuestarios. Tuvimos épocas terribles para la ciencia. Ni qué hablar de las dictaduras, por supuesto. Pero aún en democracia hemos tenido momentos realmente graves de presupuesto, hemos tenido exilios masivos, hemos tenido cuestiones muy complicadas. Pero hemos salido, hemos salido de esto más temprano que tarde o más tarde que temprano en algunos casos. Lo inédito de este caso es poner en cuestión la ciencia, poner en cuestión la ciencia como herramienta para comprender la realidad e incidir en ella. Eso me tiene un poco paralizado, un poco desconcertado. ¿Qué se hace frente a este discurso? Un discurso que es falaz y tiene muchísima ignorancia. Y tiene también algo de maldad porque se afirman cuestiones sin ninguna base de evidencia y la ciencia sin evidencia, no es ciencia, no se puede llamar ciencia. Y quedás en falso, quedás como el que pega primero pega mejor. ¿Hay un mínimo de responsabilidad del sistema científico? Sí, pero muy mínimo. La verdad que a nosotros nos cuesta mucho en épocas normales, no revolucionarias, salir a contar la ciencia, salir a contar qué hacemos, por qué es importante. Lo hacemos ahora, cuando estamos bajo un ataque que, insisto, es inédito, malvado, a veces un poco tonto y claramente ignorante. La combinación de maldad, de ignorancia y estupidez me parece muy peligrosa y estamos viéndola de una manera atroz. Cuando en esta coyuntura se ataca al sistema científico con mentiras, con cuestiones que tienen falta de evidencia, nos deja un poco en falsa escuadra. ¿Qué puedo contestar frente a eso? Sin embargo, debemos ser pacientes. Y tenemos que contar lo que hacemos.
—Esta sección se llama Agenda Académica, porque propone brindarle a docentes e investigadores un espacio en los medios masivos de comunicación para que difundan sus trabajos. La última pregunta tiene que ver con el objeto de estudio: ¿por qué decidió especializarse en cronobiología, el estudio de los ritmos y relojes biológicos?
Yo no sé muy bien por qué entré a la facultad de ciencias. Yo venía por otro lado, venía por cuestiones más humanísticas, literarias, trabajaba en periodismo de mucho tiempo, desde los 15 años. Me metí en la facultad, no entendía nada, no me iba bien, de pronto apareció el cerebro. Y la verdad me encanta. Estoy muy contento con quiénes ha sido mis maestros.